Recuerdo estar arrancando con los dedos los trozos del sillón de la sala mientras mi hermano Rober me intenta parar y se desespera conmigo. También recuerdo que mi prima Miriam ponía un mantel en la mesa de la sala y yo se lo quitaba, ella lo volvía a poner y yo se lo volvía a quitar, así que ella también se desesperaba conmigo. Y mi último recuerdo es mi padre diciéndome que mire y cuando miro me da un fogonazo con un flash que me deja lelo. Y ese es el detonante que hace que recuerde el día de mi primer cumpleaños. El flash de mano en alto (era el año 74) que me deslumbraba y me dejaba sorprendido.
Casualmente, hace unos años, rebuscando en los cajones de casa de mis padres, encontré unas fotos y en dos de ellas aparecen escenas que os he contado con un inusual brillo de un potente flash. Por tanto, sabía que mi recuerdo era real.
Ahora que mi niño va a cumplir un año, me gustaría intentar que le quede alguna escena de ese día, y estoy barajando algunas ideas. Pero a fin de cuentas no todos somos iguales, y tan sólo es cuestión de memoria.
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