lunes, 28 de marzo de 2011

Sic tibi terra lebis


Hay días en que me gustaría irme a vivir a la luna. Mataría el tiempo saltando entre cráter y cráter dando volteretas, flotando gracias a su poca gravedad. ¡Qué sensación más bonita de libertad!.
Si sólo me pudiera llevar una cosa desde la Tierra, elegiría un sofá. Me sentaría todas las tardes a contemplaros a todos. Creo que desde allí vería al planeta azul desde una distinta óptica.

El motivo de mi cambio de residencia es porque me siento cansado de vivir aquí. De ver cómo pasa el tiempo y nada cambia:
Con ONU o sin ONU, la historia de la humanidad está escrita con sangre. Y por desgracia seguiremos moliéndonos a palos los unos a los otros, con bombas, proyectiles, misiles, balas, palos y lo que tengamos más a mano.

Con DOMUND y UNICEF o sin ellas, África seguirá muriéndose de hambre con guerras ocultas por los medios de comunicación, mientras occidente se tapa los ojos para no ver nada y se lleva las materias primas a precio de saldo de un continente rico en recursos naturales.
Con religiones o sin ellas, seguirán los intransigentes de siempre mirando con lupa las vidas de hombres y mujeres, creyéndose superiores para juzgarlas.
Con leyes o sin ellas, seguirán muriendo miles de personas a manos de sus congéneres porque siempre habrá depredadores y presas.
Con radioactividad o sin ella, cada vez necesitamos más energía si queremos tener nuestras casas llenas de electrodomésticos y de ipod, ipad, iphone, Netbook, Notebook, Flat TV, DVD Blue Ray, PS3, PC...
Es por ello que cuando me mude a nuestro querido satélite y por fin tenga los papeles que me confirmen que soy selenita, os diré desde allí: "sic tibi terra lebis",que dirían los romanos (que la tierra os sea leve).

sábado, 19 de marzo de 2011

El imperio del sol naciente

No lo puedo negar,siempre he sentido admiración por ellos. Con sus virtudes y sus defectos, son un pueblo que está hecho de una pasta especial. Y aunque quiero escribir sobre esto, no sé cómo expresar lo que siento mientras contemplo una y otra vez las imágenes que repiten sin cesar en todos los medios de comunicación. Veo temblor, miedo, agua, arrasamiento, muerte, desapariciones, explosiones, peligro, grietas, radioactividad... Y me siento mal conmigo mismo por sentirme aliviado de que haya ocurrido en Japón. Entendedme, no me alegro del desastre, me alivia que haya ocurrido en un lugar sobradamente preparado para superar un terremoto lo que ha salvado cientos de miles de vidas. Si el mismo hecho se hubiera producido en las costas de China, o de Vietnam, o de Filipinas, Indonesia…. ¿cuántas vidas no se habrían perdido? Y acompañando al desastre natural, lamentablemente, ha aparecido de nuevo en nuestra vida el desastre nuclear. Y a todos nos aparece la imagen del reactor Nº4 de Chernobil y su nube de muerte atravesando europa. Y ese factor ha saltado a nuestra prensa de la peor forma posible: siendo usada por detractores y defensores de la energía nuclear para atacarse mutuamente y tirarse los trastos a la cabeza en público. Me apena ver que en España se ha perdido la perspectiva de las cosas, ya lo hemos visto con las revueltas árabes, cuando en nuestros periódicos podía leerse el miedo de las autoridades deportivas por la suspensión del campeonato de Fórmula 1 de Barheim. Y es que en esta sociedad occidental en la que vivimos, la televisión ha superado a la ficción y miramos las noticias como si de una película se tratase. Demasiado lejano para ser verdad, demasiado duro para ser real.

martes, 15 de marzo de 2011

La puerta


No se me borra de la cabeza el sueño que tuve la pasada noche. Vi una puerta en el medio de un camino. Una sombra encogió mi corazón al verla. Fue algo súbito, pero tan poderoso que a punto estuve de echarme atrás y huir corriendo...
Sentía como si algo me esperara al otro lado, y no era bueno.
Abatí el picaporte y crucé sin pensármelo dos veces.
Me di la vuelta y antes de cerrarla contemplé por última vez el camino. Una sensación de desasosiego se apoderó de mi, mientras me preguntaba si a lo largo de ese camino lo había hecho todo bien o si había dejado algo en la cuneta.
A lo lejos, comenzaron a aparecer rostros de personas a las que consideraba importantes en mi vida y con las que he perdido contacto, amistades que debería de haber cuidado más, familia a la que debería ver más a menudo, amigos que me han dado más de lo que ellos han recibido de mi, personas a fin de cuentas, a las que creo que les he fallado de alguna manera en algún momento de mi vida.
Comprendí entonces que lo que me acechaba al otro lado y oscurecía mi corazón era mi sentimiento de culpabilidad.
Cerré la puerta y continué caminando hasta que no vi nada bajo mis pies. Todo estaba blanco a mi alrededor, tan en blanco como mi futuro.

Ahora estoy tomando tranquilamente un té sentado en el sofá, y pienso que a veces, mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, te ayuda a ver qué cosas debes mejorar en tu vida, además de que te consuela y alienta para encarar lo que te queda por delante, que es esfuerzo e incertidumbre.

domingo, 6 de marzo de 2011

Un globo volando


Lo he visto por casualidad. Un reflejo en una ventana me ha hecho elevar la vista y allí estaba, flotando libremente. Seguramente se le haya escapado de la mano a un niño y, cargado de helio, el globo con forma de pájaro de colores ha salido volando.

Y, no sé porqué, me ha venido a la mente que mucha gente es como ese globo. Durante mucho tiempo atados a una mano, muchos creen volar libres. Ser seres independientes y felices, sin darse cuenta de que son arrastrados de un lugar a otro, y que el vuelo jamás va a ir más allá del corto y frágil hilo que te une con esa mano.

Pero hay gente que rompe el hilo y despega su vuelo, y desde entonces, son un globo con vida propia incapaz de desinflarse, que asciende sin parar. Gente que vuela libre por muchos lugares, por muchas experiencias. Como si antes un lastre hubiese pegado sus pies al suelo, como si una venda les hubiese tapado los ojos, como si una mano invisible les agarrase para impedirles avanzar. Y, una vez roto ese hilo imaginario, todo cambia a su alrededor.
Así, como ese globo que vuela libre por el cielo, también hay gente que vuela sin ataduras. Pero, al contrario que el falso pájaro, su vuelo no es mecido por un destino incierto en forma de viento.
Porque esta gente es dueña de sus pasos, firmes o no, correctos o equivocados, pero son pasos suyos, y además construyen su camino hasta Dios sabe dónde, sin hilos ocultos que los manejen como marionetas al antojo de su dueño.

Sorprendido

Pues si que estoy sorprendido, es más, estoy gratamente sorprendido, porque me ha hecho un comentario de un post alguien con quien no contaba. El post en cuestión es el que escribí sobre el último libro que he leído, llamado "El hombre que pudo salvar el Titanic", cuyo autor es Emilio Calle.
Y Emilio me ha escrito. Pues por mi parte te quería dar las gracias por escribir un comentario en este humilde blog personal, y me encantaría animarte a que sigas escribiendo libros porque lo haces muy bien. Ánimo y suerte.