domingo, 11 de septiembre de 2011

World Trade Center

Han pasado diez años y todos recordamos este triste acontecimiento.
Coincidió que en los telediarios de España  salió en directo el ataque a la segunda torre y al pentágono.
 Y es que por casualidades de la vida, meses antes un servidor había estado en el pentágono y días después en lo alto de una de las torres. Y a mi mente vino la majestuosidad de su entrada principal toda en brillante mármol beige con más de una docena de escaleras mecánicas que te llevaban a los rellanos donde estaban los ascensores. Su cafetería de la última planta y la terraza desde la que se veía todo NY.
El perímetro de la terraza estaba vallado en alambre de espino para evitar que la gente se acercara y quizá también para evitar suicidios.
No quiso el destino que el atentado fuera cuando yo estuve, aunque para aquella época los terroristas ya estaban tomando clases de vuelo.
Finalmente, las torres se hundieron, y como si de otro Titanic se tratara, el coloso se hundió para siempre llevándose consigo muchísimas almas.
....y desde aquel momento, todos sabíamos que el mundo iba a cambiar para siempre.....

Os cuelgo las fotos que saqué:



 Montaje de dos fotos. La foto es desde la cafetería de la última planta. Abajo se ven autobuses y coches.



Un servidor a contraluz en la cafetería de la última planta. Al fondo Manhattan.


Un servidor en lo alto de una torre. Se aprecia el alambre de espino abajo y el techo de telecomunicaciones de la otra torre. 

 
Un servidor con compañeros en Washington D.C. Al fondo el pentágono.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

verdad picha, que de pelo tenías hace 10 años...

AMALIA dijo...

Cuando sucedió esta enorme tragedia, una de las hijas de mi prima vivía allí y, el día anterior, estuvo en las torres para realizar unas gestiones. Desde la ventana de su casa de entonces, veía todo envuelto en humo. Dice que fue terrible. ¡¡Qué cruel e incomprensible es todo!!.

Miguel Angel dijo...

Refiriéndome a ti, fue la providencia, la suerte, el destino, el estar en el momento apropiado, circustancia, azar. En fin, benevolencia divina. Ay, Señor, Señor.