lunes, 3 de diciembre de 2012

Amigo invisible

Hay momentos en la vida en los que hay que tomar decisiones drásticas. Decir "voy a hacer esto", sin medias tintas, sin medias verdades. Sin dar un paso más en falso, andando con la certeza de estar en la senda correcta. Un momento en el que no vale el "mañana lo pensaré mejor", ni "a ver que opinan los demás". Es ahora o no será nunca. No vale el arrepentimiento posterior, no vale el pensar en oportunidades perdidas. Hay momentos en el que las decisiones tomadas  marcan para siempre. Son un antes y un después en la vida de las personas. Decisiones motivadas por decisión propia o por la fuerza de las circunstancias, y sopesadas durante un tiempo que, finalmente, acaban definiendo nuestra propia historia en este mundo.

Yo tomé una vez una decisión muy importante, sabiendo que correcto o no, no habría vuelta atrás. Sin sentimentalismos, sin miradas al pasado.  Recuerdo el lugar y la hora a la que decidí mi futuro y la frase que dije: - "Lo que tenga que venir, vendrá. Lo perdido no se recuperará".  Agarré un petate cargado de sueños y me subí a un tren en la estación de La Coruña con rumbo a Cádiz mientras en el andén me despedía mi familia. Me fui a vivir a otro lugar buscando futuro y prosperidad, con lo puesto y sabiendo que aparte de mi familia, en aquel andén dejaba muchas cosas más.
Y ahora que lo pienso, pasados ya más de 14 años de aquello que os cuento, creo que ha valido la pena desde la perspectiva de mi trayectoria profesional, pero he de decir que no es oro todo lo que reluce, y que echo mucho de menos a los amigos de siempre. Porque las redes sociales han ayudado mucho a sentir cercanía en la distancia, pero nada como un chocolate caliente con este frío que hace en un bar con un amigo, charlando de nuestros problemas del día a día, nuestras esperanzas, nuestros sueños, mirándonos a la cara y transmitiendo complicidad, sonrisas y cercanía, cosas que a fin de cuentas, la red no puede transmitir.
Y lo comprendo todo. Que el tiempo y la distancia me van transformando poco a poco en un amigo invisible, que todos saben que está ahí, al otro lado del teléfono o del monitor del ordenador, pero que no puede estar cuando necesitas cercanía, compañía, conversación o simplemente un golpe de ánimo en la espalda.
Y lo siento mucho. Por no poder estar ahí cuando me decís que os gustaría que estuviera.  
Pero dejadme deciros que todos los días vuestro amigo invisible os echa de menos.
De verdad.
 

5 comentarios:

AMALIA dijo...

Lo importante es eso: estar ahí, aunque sea en la distancia.

Fuiste valiente y creo que tienes tu merecida recompensa.

Un besiño

Miguel Angel dijo...

La vida es así. Tu decisión, fue un poco forzada por el nuevo trabajo en el cual decidiste desarrollar tu vida laboral, y que en ese momento tu ciudad natal no podía ofrecerte. Acertaste de pleno. Sabes que estaís todos en el corazón de todos. Eso nunca se puede olvidar. En cuanto a los amigos, el amigo que es de verdad nunca te dejará, sino todo lo contrario, te defenderá y creera en tí. El que crees que es un amigo y te traiciona o abandona, por supuesto ese no es ni fue nunca amigo tuyo. Muy bonito y sentimental el post. Un abrazo

chony dijo...

Muy bonito pensamiento Miguel, para mi siempre estas ahí, donde estes, pero espero que tomemos un chocolate bien caliente en vivo y directo, o una buena churrascada, o unos chupitos, o de todo, que carallo, jajajajaja.

chony dijo...

Muy bonito pensamiento, para mi siempre estás ahí, aunque algún día tomaremos un chocolate bien caliente en vivo y en directo, o una buena churrascada, o unos chupitos, o de todo carallo, que somos galegos, JAJAJAJA!!!

Miguel Angel dijo...

claro que si, chony, en breve me verás!!! y además voy con tiempo!!