miércoles, 19 de marzo de 2014

Playa en Invierno

Esta tarde he paseado hasta el atardecer a lo largo de una playa del sur de Galicia.
No había nadie por allí, tan sólo yo y mis pensamientos en aquel bello lugar.
Y mientras dejaba las huellas de mis zapatos en la arena, pensaba en lo distinto que es pasear por la playa en verano que en invierno.

  Es hermoso pasear en verano, en bañador con los pies en el agua, dejando que el sol nos caliente la piel y sintiendo la brisa perfumada por el olor salado del mar, contemplando un rojizo atardecer y sintiendo como a medida que cae la noche la arena se vuelve más fría. Pero también es hermoso pasear por la playa en invierno, con el agua salitrosa impregnándonos la piel que se encarga de enfriar el viento marino, el cielo de color turquesa…atardeciendo…
Se agolpan tantos recuerdos en mi mente....
Recuerdo cuando tenía 12 años, las tardes de domingo en otoño e invierno nos íbamos con las bicicletas por las playas del Pedrido y Miño. Siempre encontraba algún tesoro, alguna concha que la arena había descubierto, caracolas vacías, piedras redondeadas por el paso del tiempo o cristales de colores erosionados por el agua hasta convertirlos en los objetos más preciosos.
Tesoros arrastrados de las profundidades, testimonios de la vida bajo litros de agua salada que yo recogía y guardaba como si de la joya más cara se tratase. La playa en invierno era algo precioso y mágico. Solíamos escribir nuestros nombres en la arena y nombres de chicas envueltos en corazones mientras las olas de la pleamar se ocupaban de borrarlos, o robarlos a las profundidades, como me contaba mi amigo Rober.
Y recuerdo sentir la felicidad, sentado en las rocas con todos esos tesoros metidos dentro de una bolsa de plástico, a los que muchos no darían importancia al verlos tirados en la arena o flotando en el agua, pero que eran nuestros y de nadie más.

Hoy mientras paseaba por la playa, sonreía melancólicamente al acordarme de todo aquello, y de las sensaciones que sentía por entonces, y es que la playa en invierno tiene un encanto diferente.

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